Somos mamíferos

Esto que parece tan obvio es lo que nos puede ayudar a darnos cuenta de nuestra biología más primitiva. 

¿Os suena ese experimento (muy cruel, por cierto) que hicieron a unas crías de monos Rhesus?

Estas crías fueron separadas de sus madres y las expusieron a diferentes estímulos. En una jaula colocaron dos figuras que representaban a sus madres. Había una madre hecha de alambre diseñada de tal forma que podían acercarse para tomar biberón. Y otra madre hecha con felpa la cual no disponía de alimento. Las crías sólo acudían a la madre con el biberón para comer y el resto del tiempo estaban con la madre hecha de felpa. Otra observación sorprendente en ese momento fue ver que ante una situación amenazante los monos acudían a la madre de felpa.

Este experimento pudo concluir que para esas crías era más importante la madre que les proporcionaba cobijo y no la que solamente les alimentaba.

Nosotros como especie nacemos del vientre de nuestra madre y necesitamos su cobijo y su alimento para sobrevivir. 

A todos nos han cuidado desde las bases de las necesidades físicas y de seguridad básicas. No estamos en supervivencia física. Pero por momentos podemos estar en lucha por la supervivencia emocional, por obtener ese cobijo.

Ese cobijo se traduce en abrazos, contacto, mirada, ternura, besos, protección, escucha. Son acciones que engloban las necesidades emocionales básicas para sobrevivir y desarrollarnos de una forma sana y equilibrada.

Si tuviéramos que escoger una actitud, una forma de acercarnos a nuestros hijos, una acción en forma de ese cobijo ¿Cuál sería?

La presencia

La presencia es el alimento emocional del niño que va a reforzar su autoestima y la percepción sobre sí mismo.


La presencia permite sentir al niño: “Soy importante para mamá, entonces me siento valioso, yo importo”.

Al dar presencia al niño le va a confirmar que:

“Soy importante” 

“Soy valioso”

“Soy merecedor”

“Pertenezco”

Entonces…

¿Qué es estar presente?

Es elegir estar por y para el niño, aquí y ahora, sin distracciones, ni obligaciones.

Es dejar móviles y pantallas a un lado.

Parar, respirar, observar, poner atención es estar presente.

Podemos preguntarnos:

 ¿Qué necesita ahora mi hijo? 

 ¿Cómo puedo acompañarlo mejor? 

 ¿Necesita que juguemos juntos o simplemente, que yo esté aquí, a su lado?

¿Cuándo lo paramos todo para ESTAR con nuestros hijos?

Un cálido abrazo.

Si sientes que necesitas ser acompañada en tu maternidad o tienes alguna dificultad concreta:

Esperamos que esto te inspire en el camino de conectar corazones en el hogar.

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