¿Es eso lo que sientes con respecto a las rutinas familiares?
¿Por momentos el gasto de energía empleado para que “hagan algo” es elevado?
¿Quieres que tus hijos colaboren más pero no desde los gritos y las amenazas?
¿Repites esa orden una y otra vez pero parece que se esfuma entre las paredes y ellos/as siguen a los “suyo”?
Nos gustaría decirte que tus hijos no lo hacen ni para fastidiar, ni para ignorarte
Simplemente los ritmos y las necesidades son diferentes en esos dos núcleos de población hogareña. Es decir, los adultos y los niños (y adolescentes) se encuentran en periodos evolutivos distintos.
¿Verdad que no le dirías a tu bebé de 3 meses que está llorando porque tiene el pañal con heces que se cambie de pañal porque tú estás ocupado/a?
Es un ejemplo algo extremo, pero ni te planteas hablar con él/ella para enseñarle a que se cambie sólo/a.
Es obvio que no tiene las capacidades necesarias para hacer frente a esa tarea. Ahora bien, a medida que crecen sí que van adquiriendo nuevas habilidades (motoras, cognitivas, emocionales) para ir resolviendo las situaciones que se le ponen en frente de su día a día.
Progresivamente las primeras habilidades (las motoras y las cognitivas) se desarrollan antes y de forma más notoria que las emocionales. Y este hecho nos puede dificultar nuestro día a día con ellos y ellas. Más tarde verás el porqué.
Antes hemos mencionado que los ritmos y las necesidades de ambos “equipos” (adultos y retoños) que están en juego en las rutinas del hogar son una pieza clave a tener en cuenta para que las rutinas se realicen de una forma más calmada y conectiva entre todos.
Entonces es momento de conocer algo más sobre los ritmos y las necesidades de nuestros/as hijos/as.
¿Qué es un ritmo biológico?
Empezamos con una pregunta: ¿Le reñirías a tu hijo/a de 12 meses porque se ha caído mientras está en el proceso de aprender a andar?
Igual que en el ejemplo anterior, ¿a que te sale casi de forma instintiva un? “NO le reñiría, ya que está aprendiendo”.
En esto consisten los ritmos biológicos.
Los ritmos biológicos son procesos de desarrollo y de maduración que se producen de forma natural y espontánea. Es algo que está en nuestro instinto (lo mismo que tu respuesta instintiva anterior).
Algunos de ellos son:
- Control de esfínteres
- Aprender a andar
- Aprender a comer
- Aprender a dormir
- Movimiento libre
- Adquisición del habla y de la comunicación
Nuestro papel debería ser más “relajado”. Dar un paso atrás y que ellos y ellas sean los protagonistas.
Cuántos niños y niñas han tenido que dejar el pañal porque el sistema educativo lo pedía como condición no negociable para que pudieran asistir a la escuela.
No se trata de un TENER que dejar el pañal, se trata de acompañar ese proceso, de observar si realmente está preparado/a.
Sin nosotros hacer NADA con el paso del tiempo controlarán los esfínteres, no en septiembre que es cuando empiezan la mayoría de los centros educativos.
Estos ritmos se sustentan en unas necesidades.
¿Qué son las necesidades humanas?
La NECESIDAD en los seres humanos se produce cuando percibimos que nos falta algo y nace un deseo por satisfacerla.
Todos los seres humanos tenemos necesidades. Nuestras áreas física, psíquica, intelectual y emocional necesitan estar satisfechas.
La necesidad es algo que el cuerpo, el cerebro y el ser necesita, que requiere para sobrevivir y desarrollarse de forma sana y equilibrada.
Existen multitud de formas de nombrar y de englobar las diferentes necesidades.
Veamos varios ejemplos de necesidades. Necesidades de descanso, motrices, creativas, de vínculo, sociales, de contacto, de mirada, de conversación, sensoriales, intelectuales, cognitivas, emocionales.
Una de las formas de recoger y representar las necesidades humanas fue descrita por el psicólogo Abraham Maslow (1908-1970) a través de la Pirámide de Maslow. Este autor defiende que el ser humano actúa para satisfacer necesidades.
En dicha pirámide, las necesidades están ordenadas de forma jerárquica según su grado de importancia. En la base de la pirámide se encuentran las necesidades más primarias (de supervivencia) y a medida que se escala de forma ascendente por la pirámide, las necesidades se tornan más abstractas y no tan urgentes.
A medida que se satisfacen las necesidades más básicas, el ser humano se puede centrar en desarrollar otras más elevadas.
Para él existen 5 necesidades básicas que describimos a continuación. Hemos de añadir un tipo de necesidades más del campo emocional que introduce Yvonne Laborda a partir de la necesidad de seguridad que plantea Maslow. Se van a subrayar para diferenciarlas de las descritas por Maslow.
Pirámide de Maslow
Necesidades fisiológicas.
Garantizan la supervivencia.
Son: Respiración. Alimentación (comer, beber). Descanso. Vínculo sexual.
Necesidades de seguridad.
Se encargan de mantener las necesidades fisiológicas. Nos protegen de posibles peligros.
Son: Seguridad física. Recursos: económicos, vivienda. Seguridad de salud. Seguridad familiar. Seguridad emocional y de presencia.
Necesidades de afiliación.
Relacionadas con el sentido de pertenencia del individuo a un grupo determinado.
Son: amistad, contacto, intimidad sexual. Intimidad emocional.
Necesidades de reconocimiento.
Cuando pertenecemos a un grupo, queremos ser reconocidos, aceptados por otros.
Son: confianza, respeto y auto reconocimiento. Validación y aceptación.
Necesidades de autorrealización.
Son las más abstractas y complejas. Son subjetivas y muy vinculadas a cada individuo. Tienen un sentido transcendental para la persona.
Son: creatividad, intelectualidad, espontaneidad, resolución de conflictos, y moralidad entre otras. Gestión emocional.
Dicho todo esto, que en el papel queda muy claro, llevarlo a la práctica por momentos no es fácil. Sobre todo las necesidades de índole emocional.
Somos los adultos los que hemos de velar para que las necesidades de los niños sean satisfechas.
Los niños NO ELIGEN tener necesidades.
El niño no puede dejar de necesitar lo que necesita, ni puede dejar de sentir lo que siente. No puede cambiar su realidad. Tampoco puede dejar de manifestar lo que necesita.
El niño pide lo que necesita hasta que lo obtiene.
Veamos algunas situaciones cotidianas a modo de ejemplo.
Necesidades más “físicas”
- Si un niño necesita hacer pis lo comprendemos y lo acompañamos (si es pequeño).
- Si un niño tiene hambre, normalmente lo satisfacemos y le proporcionamos alimento.
- Si necesita que lo cojamos en brazos, contacto, presencia, complicidad algunas veces podemos negarlo y juzgarlo casi sin darnos cuenta “Pero si te acabo de coger”.
- Si pide que juguemos con él/ella cada cierto tiempo durante la tarde, podríamos llegar a contestarle “¿No ves que ya he jugado contigo antes? Estoy ocupado-a”.
¿Te resulta familiar? De forma muy general, las necesidades físicas son más llevaderas que las necesidades emocionales, de contacto, de escucha, de presencia.
¿Y qué tiene que ver esto con las rutinas?
Mucho, quizás es la pieza clave en todo esto.
Si queremos una colaboración en casa por parte de nuestros hijos, el respeto y el acompañamiento de sus ritmos y de sus necesidades por nuestra parte es vital.
Cuando tenemos en cuenta el desarrollo motor, cognitivo y emocional de los niños de una forma prolongada en el tiempo la conexión y el vínculo serán probablemente de calidad.
Este “pegamento invisible” que es el vínculo es lo que permitirá un hogar donde las rutinas sean más llevaderas y calmadas.
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