¿Cómo?… ¿Que todos tenemos una joya interior?
Vamos a empezar por el principio.
Todo lo vivido nos permite que nos desconectemos en mayor o menor grado de algo muy especial y valioso que está siempre con nosotros.
De esa primera célula en el cobijo uterino materno. De esa primera forma de vida se conforma nuestra esencia, nuestro ser, nuestro yo intacto, nuestro centro: nuestra JOYA INTERIOR.
Una joya es una piedra preciosa que está compuesta de diferentes caras.
Todas son necesarias para formar al final esa piedra preciosa única. Igual le sucede a nuestra joya interior. Nuestra joya interior está asentada en diferentes caras: como la autoestima, el autoconcepto, el autorespeto entre otros.
Las joyas poseen una belleza inherente que provoca magnetismo.
Si las caras que componen nuestra joya interior están saneadas, pulidas y cuidadas ¿crees que brillarán? Aunque los demás no puedan verla, sí podrán sentirla y querrán aproximarse a ti. ¿No te resulta familiar? ¿No os pasa que cuando estáis en armonía, sintiendo una fuerza que brota de tu interior las personas y las situaciones son más favorecedoras para ti?
Por el contrario. Si las caras se encuentran rayadas, resquebrajadas o tapadas con arena, arenilla, guijarros, piedras o ramas ¿crees que se podrá ver qué hay debajo de todo este entramado? ¿Os ha pasado que notáis esa baja energía, que las situaciones y las personas parecen que no estén de tu lado?
Como comentábamos al principio, lo que hemos vivido hasta la fecha influye en el estado de esta joya interior.
A medida que crecemos vamos interaccionando con las personas que están a nuestro cuidado. Las primeras interacciones suelen suceder en la familia. En estas interacciones las caras de nuestra joya interior van creciendo en mejor o en peor estado.
En este artículo nos vamos a centrar en la “cara” relacionada con la autoestima.
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es la BASE para nuestro desarrollo integral como personas, para vivir una vida plena y satisfactoria.
Es la capacidad de reconocer y valorar de forma constructiva las fortalezas, las virtudes y las debilidades propias para nuestro bien y el bien de los demás.
Se trata de amar lo esencial de uno mismo. Valorar positivamente lo que sé de mi. Aceptarme de forma incondicional, tal y como soy.
Cuando mi autoestima está saneada, equilibrada me considero una persona digna. Estoy cómoda, satisfecha con lo que siento, pienso y hago. No necesito la aprobación de los demás.
¿Cómo está la autoestima al nacer?
Es importante recalcar: que esa joya interior está INTACTA al nacer.
Esta idea no es la habitual en nuestra cultura. Estamos habituados a escuchar que hemos de fomentar la autoestima en nosotros, ¿verdad? En cuanto a la autoestima de nuestros hijos, sucede prácticamente lo mismo. Es decir, hemos de aumentar su autoestima.
Pero como decíamos antes:
Más bien se trata de NO DAÑAR la autoestima de los niños
Tal y como afirma Yvonne Laborda: “Todos los niños nacen seguros de sí mismos y con autoestima. Es cómo les tratamos lo que hace que la vayan perdiendo”.
Desde pequeños vamos labrando esa cara de nuestra joya interior: nuestra autoestima. La autoestima se va construyendo cuando interaccionamos con los demás. La información que recibimos cuando somos niños en nuestro entorno familiar nos da una idea de cómo somos, de qué valía tenemos como personas.
Si nuestros padres nos han amado de forma incondicional, han confiado en nosotros, nos sentiremos valorados y respetados. Nos sentiremos dignos y merecedores. ¿Hace falta decir cómo estará la autoestima de esas personas?
¿Y esto del cuidado de nuestra joya interior influye en la autoestima de nuestros hijos?
Todos venimos a la pa/maternidad con alguna magulladura en nuestra autoestima. Es decir, no nos valoramos como realmente somos. Tenemos una visión distorsionada de nuestra joya interior debido a que la cara por donde la miramos (en este caso, la autoestima) está con ramas, o resquebrajada por ejemplo.
Con ese mismo cristal vas a tratar a tu hijo.
Tus hijos son un reflejo de la calidad de las diferentes caras de tu joya interior.
¿Os resulta familiar esta situación?
Es el momento de comer y tu hijo de 4 años quiere ponerse agua en el vaso. Está cogiendo la botella con las dos manos y crees que se le va a caer. Coges la botella de sus manos y le rellenas el vaso. ¿Qué crees que le estás transmitiendo aunque no le digas nada? “Tú no puedes hacerlo (como yo)”.
¿De dónde viene? ese no poder: ¿Quién te lo decía o transmitía?
En la actualidad, ese no poder: ¿Cuántas veces te dices que no puedes hacer algo?
Esa creencia de NO PODER no viene por que sí. Se ha ido asentando en esa cara de la autoestima. Esa distorsión es lo que permite que creas que no puedes hacer algo como también tu hijo.
Lo importante de toda esta reflexión es que cuando nos damos cuenta cómo está nuestra autoestima podemos tomar acción y empezar a sanearla. De esta forma estás cuidando tu joya interior y permitiendo tratar a tu hijo con una mirada más compasiva y ajustada por quien realmente es.
No tienes que buscar tanto fuera para sentirte amado, sino conectar con lo que ya eres.
Si sientes que necesitas ser acompañada en tu maternidad o tienes alguna dificultad concreta.
Esperamos que esto te inspire en el camino de conectar corazones en el hogar.
Un cálido abrazo.
Deja una respuesta