Cuando en la comunicación el cómo lo es todo

¿Te has parado a pensar en la importancia que puede tener el cómo nos comunicamos? No tanto el QUÉ es lo que digo sino el CÓMO lo digo. 

Tomando como ejemplo algo extremo, puedo usar una palabra que se usa como insulto y hacer que al receptor le llegue como un gesto de complicidad. ¿Lo probamos?

Puedo decirle a alguien con mirada cariñosa y gesto y tono de voz amable: “eres mi estúpido preferido del mundo mundial, lo sabías?” Y pasar a darle un abrazo sentido.

O por el contrario, puedo usar una palabra que por lo general se usa para halagar a alguien y que a esta persona le sienta mal que se lo diga. Por ej. decir con cierto desdén en el tono y en la mirada y haciendo muecas con la boca: “Ayyyy ¡pero qué liiiisssssta es esta hija mía!”.

Por lo tanto, el poner atención en cómo transmito lo que quiero comunicar es crucial si quiero comunicarme de forma empática y conectiva, en este caso con nuestros hijos.

Atendiendo al tema que nos ocupa por lo tanto, es decir, a que las rutinas del día a día sean lo más armoniosas, calmadas y fluidas posible, es necesario que pongamos el foco en cómo nos comunicamos con nuestros hijos.

Pero, ¿qué es la Comunicación Empática, Conectiva o No Violenta?

Aquella a través de la cual comunico mis sentimientos y necesidades además de tener en cuenta las de la otra persona. 

Por un lado, tenerme en cuenta yo:

  • ¿Cómo me siento? Si estoy nerviosa, agitada, irascible, calmada, en paz…
  • ¿Qué necesito? Descanso, calma, colaboración, escucha, comprensión…

Y por otro, tener en cuenta a la otra persona, en este caso, al niño o la niña:

  • ¿Cómo se siente? Excitado, entretenido, eufórico, aburrido…
  • ¿Qué necesita? Juego, movimiento, compartir, tranquilidad…

Desde qué lugar (qué emoción, intención, energía…) estamos comunicándonos con nuestros hijos va a estar muy relacionado con el estado emocional en el que nos encontremos, a no ser que previamente tomemos las riendas de nuestro estado emocional siendo conscientes de él y haciéndonos cargo. 

Por lo tanto, el ser consciente de mi estado emocional y el que pueda comunicarme priorizando la relación con mi hijo a favor del entendimiento mutuo, va a determinar prácticamente todo el proceso de comunicación, ya que si soy consciente de cómo me siento, puedo comunicarme desde ahí, siendo honesta y a la vez empática conmigo y con el otro. 

¿Qué pasos puedo seguir ante una situación que me estimula y ante la cual pierdo los estribos si quiero emplear una comunicación empática?

Dividiremos la secuencia de acciones en 2 bloques: el primer bloque de acciones tendrá que ver con mirar en nuestro interior y el segundo en comunicar a nuestro hijo o hija lo que he encontrado ahí.

El primer paso es muy importante. Requiere de PARAR un momento, de pisar el freno y no reaccionar desde nuestro estado emocional. Quizás sea el paso más difícil de llevar a cabo, pero una vez que lo consigas, ya tienes la mayor parte del “trabajo” hecho 😉

1) ME VOY A MI ESPACIO INTERIOR 

1.1 CONECTO CONMIGO MISMO/A 

Con mis juicios, exigencias, razones… Los hechos que me estimulan a mí. Mis sentimientos. Mis necesidades. 

1.2 ¿CÓMO CUIDO YO DE ESTAS NECESIDADES SIN HACERLAS DEPENDER DE LA PERSONA? 

Preguntarme esto es muy importante para salir de la exigencia.

1.3 ¿CÓMO CUIDA ESTA PERSONA DE ESTAS NECESIDADES MÍAS EN OTRAS OCASIONES? 

Esto es muy importante para no ver las cosas en blanco y negro.

1.4 EMPATIZAR: ¿QUE LE PUEDE ESTAR PASANDO A ESTA PERSONA? 

Los hechos que le estimulan a ella. Sus sentimientos. Sus necesidades.

2) DIÁLOGO CON LA PERSONA 

2.1 Le doy voz a ella chequeando los hechos, sentimientos y necesidades con los que he contactado cuando me he puesto en su lugar. 

2.2 Al mismo tiempo (estar atentos a no decir «PERO»)

2.3 Pido permiso para expresarme ¿Puedo decirte lo que me ocurre a mí en esta situación? Agradezco y presento mis hechos, sentimientos y necesidades.

2.4 Propongo una acción que cuide de sus necesidades y de las mías.

Esquema para trabajar situaciones que nos estimulan de Pilar de la Torre.

Vamos a poner como ejemplo que nuestra hija o hijo no quiera lavarse los dientes después de cenar:

Puedo usar una comunicación no empática exigiendo, ordenando, chantajeando o amenazando con un posible castigo con la consecuente desconexión o posible daño en el vínculo o puedo emplear una comunicación empática. Por ej: 

Entiendo que no quieras lavarte los dientes en este momento, estás entretenida jugando, ¿no es así? Al mismo tiempo, ¿puedo decirte lo que me ocurre a mí en esta situación? Me siento muy nerviosa al ver que no quieres lavarte los dientes porque para mí es importante cuidar de tu salud para estar tranquila. Creo que si no te los lavas es más probable que te salgan caries ¿Prefieres hacerlo un poco más tarde cuando dejes de jugar? ¿Quieres que te avise dentro de 15 minutos? ¿Cómo lo podemos hacer?

Sobre todo esto y mucho más estaremos hablando y trabajando en nuestro taller Armonía en las rutinas; de la desconexión a la comprensión en el hogar, porque en las relaciones interpersonales, el Cómo marca la diferencia.

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